sábado, 1 de marzo de 2014

El gusano de la procesionaria



UNA AÑO MÁS NUESTROS BOSQUES AFECTADOS POR LA MISMA PLAGA

            Conocida científicamente como Thaumetopoea pityocampa Schiff. la procesionaria del pino es la plaga más importante de los pinares mediterráneos, aunque también ataca a los cedros y abetos. Si todavía queda alguien que no sabe lo que es, os daré otra pista: estoy seguro que todos habréis visto, alguna vez, bolsas o bolsones de seda más o  menos blanca en las ramas de los pinos, producidas por unas orugas peludas (que no gusanos) que se desplazan en grupo, de forma alineada, a modo de procesión, por troncos, ramas y suelo. Y un último síntoma: producen mechones de acículas secas (así se llaman las hojas de las coníferas) al roer las hojas en vez de comérselas completamente.
            Ya estoy convencido de que a nadie le es desconocido el asunto, podéis ver las fotografías que acompañan a este artículo, que son muy significativas.
            No penséis que es nuestro país el único afectado por esta plaga. La lista es también como una hilera, interminable: Portugal, Francia, Italia, zonas costeras de Grecia, Turquía, Siria, Líbano, Israel, Egipto, Libia, Túnez, Argelia, Marruecos, Alemania, Suiza, Hungría y Bulgaria.
Decimos gusanos, término equivocado, porque son orugas, es decir, pertenecen a los insectos y, más concretamente al grupo de las mariposas (lepidópteros). Esto indica que la oruga sufrirá metamorfosis para transformarse en una mariposa, en este caso poco atractiva. Si habéis tenido en casa “gusanos de seda” entenderéis fácilmente el proceso.
¿Cómo es el ciclo biológico de la procesionaria? Algo diferente al del “gusano de seda” y bastante curioso: en verano aparecen las mariposas, se aparean y la hembra pone los huevos en las acículas de los árboles. Las orugas nacen a los 30 o 40 días de la puesta, es decir, entre mediados de septiembre y mediados de octubre. Las orugas construyen nidos o bolsones de seda que les sirven de refugio para pasar los fríos del invierno. Cuando llega la primavera o finalizando el invierno (desde febrero a primeros de abril), las orugas descienden en fila al suelo, se entierran y forman la crisálida dentro de un capullo. De dichas crisálidas surgen en verano las mariposas que se aparearán dando comienzo a un nuevo ciclo. ¿Verdad que resulta curioso que las orugas se entierren?
Los daños que producen son bien visibles. Por un lado, la pérdida de las acículas (defoliación) pues las orugas se alimentan de ellas durante todo el invierno y gran parte de la primavera y aunque rara vez produce la muerte de los pinos (excepto si son pequeños) los debilita en gran medida facilitando el ataque posterior de otras plagas (un símil zoológico podría ser éste: a perro flaco todo son pulgas). Por otro lado, producen urticarias y alergias en personas y animales domésticos: a todos, nuestros padres, desde pequeños, nos han dicho que no tocásemos los “gusanos”. ¿Por qué? Sólo de pensarlo me pica todo el cuerpo: las orugas están recubiertas de unos pelillos que se dispersan y flotan en el aire, produciendo irritación en piel, ojos y nariz.
¿Qué podemos hacer a nivel particular para controlar esta plaga? Existen varias posibilidades más o menos sencillas que os voy a comentar. Una es cortar los bolsones (en las zonas frías a mediados de noviembre) y quemarlos. En el caso de que la altura del árbol no permita cortarlos, las bolsas se pueden romper con un palo para que las orugas mueran con el frío del invierno al carecer de protección. Mejor hacerlo por la tarde, para que no les de tiempo a rehacer el bolsón. Morirán de frío por la noche. Es aconsejable, antes de cortarlos o romperlos, regar bien la copa para disminuir las urticarias.
Otra posibilidad es instalar en el tronco, a 1,5 m. de altura, un cono de plástico semirrígido para interrumpir el descenso de las orugas e impedir que se entierren en el suelo.
Otro método es la utilización de un insecticida biológico: Bacillus thurigiensis, bacteria que mezclada con agua se aplica pulverizando el árbol. Su aplicación debe hacerse en el momento adecuado, concretamente durante el inicio del otoño, de tal forma que las pequeñas orugas al comer acículas impregnadas con el producto morirán. Este es un método admitido en agricultura ecológica al no tener efectos negativos en el medio ambiente.
Y por supuesto, fomentar y proteger a las aves insectívoras como carboneros, herrerillos, abubillas, críalos, urracas, cuervos… que se las comen.
No penséis que ya no hay más métodos: insecticidas inhibidores del crecimiento, insecticidas químicos o trampas con feromonas son otras posibilidades que no voy a comentar. Fijaros, tantas posibilidades que hay de controlar la plaga y nuestros bosques, un años más, con el mismo problema.